Conforme están hoy las cosas, tienes que estar dispuesto a sufrir descarados abusos económicos para poder sacarte el carnet de conducir. El tema de las autoescuelas es algo que muchos de vosotros conoceréis pero, de momento, vamos a centrarnos sólo en el examen.
Jaime, que tiene (o tenía) un blog realmente sorprendente, me envía
por email la queja de un peculiar examinador de Alicante. La verdad es que siempre se oyen historias de este tipo, sobretodo antes del examen. Uno llega a plantearse si esta gente se encuentra en estas situaciones de forma fortuita o por pura estadística.
Prácticamente un examen. En la vida moderna es necesario el uso de esos artefactos demoníacos llamados, automóviles. Para ello se necesita una cosilla, un requisito banal, un carnecito que te dice si eres "apto" o no, por medio de un examen en el que evalúan tu capacidad de conducir o dar uso de los diferentes artefactos que pueblan el susodicho cacharro.
Para realizar un examen se necesitan 5 cosas, el coche, el profesor, el examinador y tu (el lila). Como en los timos, tu eres el primo, el timado, al que hay que engañar; el profe el gancho; el examinador el timador y el coche, un coche.
El examen consiste básicamente en una especie de ruleta rusa, sólo que en vez de 1 bala y 5 huecos, hay 5 balas. Los examinadores son las balitas, gente dedicada, a la sana labor de putearte en interesante abanico de posibilidades o directamente, caer en la negligencia criminal.
Mi "experiencia" consistió básicamente en pasar una mañana enterita (desde las 9:00 a las 14:00) bajo la lluvia con los pies calados y deseando cruzarme con la señora madre del examinador, aunque cuando lo vi, comprendí que para eso tendría que retroceder en el tiempo porque el hombre parecía un hermano mayor de Manuel Fraga.
Lo mejor de este hombre fue el hecho de que no aviso a nadie, y digo nadie de los horarios aproximados en los que realizaría el examen… Y es que por favor, el examinar es un arte, y no se pueden poner prisas ¿verdad?, quedarte bajo la lluvia durante horas por que no sabes a que hora te examinan y no te puedes arriesgar a un a ir a un bareto porque como no aparezcas por ahí te suspenden, es una gloria, la releche vamos.
Luego te enteras de que el hombre ha suspendido a dos en dos minutos, por que tenía que irse a desayunar, a las 1100 el buen hombre se va a desayunar durante casi una hora, pediría el especial de hipopótamo. Creo que si examinamos la constitución veremos que los funcionarios tienen el derecho a tocarse los cojones, y este hombre era escrupuloso a lo hora de hacerlo (no vaya a ser que cometa algo ilegal).
Después de eso me tocó a mí el examen, cuando entre al coche, le salude como dios manda, aunque, ya podría haber entrado desnudo, con una cresta en la cabeza que el hombre hubiese pasado totalmente de mí. Después de eso, tocó hacer el examen, ya sabéis como son: procura no saltarte ningún stop, a ningún peatón y listo, puedes tener siete faltas leves, que eso no importa una mierda.
En fin, durante el examen me hizo aparcar en un lugar reservado para taxis, lo que me dio la impresión de que ni siquiera el tío que me examinaba sabia de que iba el asunto, luego ocurrió algo que me hizo caer en la cuenta de que el que estaba equivocado era yo y no él. Veréis, sin darme cuenta cuando comenzó el examen me transmute mágicamente en taxista, salvo que en este caso, yo pagaba. Hizo que parara y se fue a su casa a comprobar no se que. Yo con cara de gilipolllas, en doble fila y mitad de su examen y el tio que se larga, te preguntas: joder ¿tan mal lo hago que ha tenido que irse? pero volvió (menos mal por que estuve a punto de salir y gritarle ¡cobarde, que no aguantas ni 5 minutos conduciendo yo!)
Finalmente y sin mas dilación fin del examen y pa' casa que me se enfría el cocido. Dos suspensos después era el afortunado poseedor de un aprobado en el examen de conducir y, viendo lo que hay, comienzas a pensar que hay examinadores que van a al trabajo con un numero fijo de gente a la que van a aprobar o suspender, según le caigas bien o mal te aprueba. Fijo que aprobé, además de por conducir de puta madre, por saludarle a principio del examen.